viernes, 6 de abril de 2012

TERAPIA DESDE EL CORAZÓN




TERAPIA DESDE EL CORAZÓN

Odio esa idea del terapeuta como un ser superior que ha superado todo y todo lo sabe. Que por tanto se pone al otro lado de la mesa en un sillón más alto y protegido por una mesa enorme que le sirve de parapeto y que marca las distancias, mientras el "paciente" (el que "padece" una "enfermedad") está en una silla, a la intemperie, debe resumir en 3/4 de hora, o con suerte, en 1 hora, lo que le preocupa. No importa si está confuso, no importa si no tiene buena capaciad de comunicación: o te expresas en este tiempo que he marcado para ti, o tendrás que volver a otra sesión.Entretanto, el terapeuta no cuenta nada de si mismo. "No se puede contemporizar con el paciente". Si se le coge cariño, no se es objetivo, no se le puede ayudar. Y yo me pregunto...¿cómo se puede ayudar a alguien a quien no comprendes? ¿Cómo puedes saber lo que sientes si no caminas cien millas con sus zapatos? ¿A qué viene esa superioridad del "Yo estoy bien/  Tú estás mal" (juego patológico analizado a mediados del siglo pasado por Eric Berne, quien redactó toda una literatura sobre Análisis Transaccional).Yo tengo que mirar desde las gafas del otro. Quiero ver cómo es su visión del mundo. Qué le impide ver mejor. Cómo limpiar bien esas gafas. Ayudarle a volver a ver lo de siempre, pero añadiendo información para que se acerque a una "realidad" que le ayudará a adaptarse mejor. Son realidades "estadísticas"...pero eso siempre es mejor que vivir en una nube. 

Al dar una "dosis de realidad", es imprescindible darla con amor, desde la comprensión, desde la igualdad, con la diferencia de que yo he pasado antes por esto, sé de otros que lo pasaron y parece que lo que mejor funciona es...... (lo-que-sea). Sólo soy una mensajera. El mensaje ya está inventado. Sólo tengo que ver cuál de todos los mensajes ha sido escrito para ese ser humano lleno de posibilidades, para esa circunstancia, para ese momento, para ese estado.

No concibo que una persona que abre su alma para solucionar un problema deba ser tratado asépticamente. Sólo concibo que desde el amor, la comprensión, y viajando varias veces hacia su corazón, para luego salirse y ver el conjunto, ida y vuelta, ida y vuelta, esa persona puede recibir el mensaje que le está esperando.

No concibo una despedida de aprentón de manos "Hasta el miércoles que viene...y que pase el siguiente".

No. Los abrazos son sanadores. El amor es sanador. El respeto por el otro y la admiración por el otro son básicos. Sólo desde ese punto emocional o espiritual puedo acabar mi sesión del día.

Sin amor al prójimo yo no podría ser terapeuta. Si no tengo algo propio que sanar a través del otro, no estaría capacitada para entender al otro. Si me juzgo superior no sólo no ayudo sino que alimento mi Ego y me condeno a la infelicidad. 

Sólo teniendo muy claro que YO SOY QUIEN SIRVE a la otra persona (servicio, que no servidumbre), me permito el lujo de creerme imperfecta y por tanto motivarme para hacerlo lo mejor posible, dando lo máximo de mi....y no más.Porque pretender la PERFECCIÓN es de gente Vanidosa y Soberbia. Pero pretender la IMPECABILIDAD ("Doy todo lo posible y los resultados los dejos en manos de un poder superior a mi, porque ya de mi no dependen más"), a mi, personalmente, es lo que me deja satisfecha en cada sesión de trabajo y agradecida "al otro", que no es sino un reflejo mío en el espejo de la vida, por haberme obligado a sacar todo lo mejor de mi.


Sé que no soy una terapeuta "típica". Pero me gusta ser como soy. Millonaria en afectos y sintiendo amor por quienes tengo el gusto de ir encontrándome en mi camino. En ese sentido...¡¡¡sí!!!, soy UNA MUJER CON ÉXITO. Yo no miro lo que tengo sino cómo me siento. Y por eso hablo de éxito: no existe nada mejor que sentirse en paz con uno mismo, sirviendo y dando lo mejor, y dormir con gratitud porque la vida me ha pedido que HOY sea útil.



1 comentario: